Tu pareja ha dejado claro que quiere un futuro contigo, pero aquí estás tú, tres años después, con un dedo sin anillo. Lo que hace que esta sea una posición y etapa peligrosa, es el creciente resentimiento que suele acompañarla. Este sentimiento puede ser como veneno para la relación y puede disminuir realmente la posibilidad de una propuesta, sin mencionar el matrimonio feliz y duradero al que estás esperando.
Nadie quiere proponer matrimonio a una pareja que está hirviendo de amargura o simplemente hacerlo por el simple hecho de sentirse acorralado y obligado. Esta posición no beneficia a ninguno de los dos y si te sientes identificada con este caso, te contamos algunas posibles causas…
Está ahorrando para un anillo
En la era de los préstamos y las deudas de tarjetas de crédito, ahorrar el estándar de dos a tres meses de salario es una tarea difícil. Si crees que esto es lo que puede estar deteniendo a tu pareja, libérale de esta carga diciéndole que estarías feliz con un diamante más pequeño o una piedra menos costosa (las esmeraldas y los rubíes son hermosos), que quieres usar un anillo familiar o que crees en saltarse el anillo de compromiso por completo a favor de ir directamente a una banda de matrimonio. Eso sí, no digas algo que realmente no crees.
Aún no logra sus metas profesionales
Muchos de nosotros tenemos una visión de dónde nos gustaría estar profesionalmente antes de dar el paso hacia el altar. Es poco probable que tu pareja te proponga matrimonio cuando están en la escuela de Medicina, acaba de cambiar de carrera, pasó por un despido o no ha obtenido el ascenso que esperaba.
Ten una conversación sobre lo que tu pareja imagina para su carrera y qué pasos considera necesarios antes de comprometerse, y luego averigua cómo puedes apoyarle mejor en el logro de sus metas.
No está en un buen momento económico
Muchas personas desean sentir que son capaces de mantenerse a sí mismas y a su pareja antes de casarse, incluso si nunca tendrán que asumir esa carga realmente. Si el dinero es lo que está frenando a tu pareja, siéntense juntos y vean dónde pueden reducir gastos.
Tal vez puedan comer en casa con más frecuencia, hacer menos vacaciones o encontrar un apartamento menos costoso cuando venza su contrato de renta. Trabajar juntos para lograr metas financieras tiene beneficios duales; no solo les ahorra dinero a ambos, sino que también tener una misión común.
Tiene dudas sobre el futuro
Por supuesto, también existe la posibilidad de que tu pareja esté indecisa acerca de si ve el matrimonio en su futuro contigo. ¿Hay algún aspecto de tu relación que le genere una seria duda? Si es así, es importante determinar si es algo que puede cambiar, que puede aprender a aceptar o que eventualmente pondrá fin a la relación.
Asegúrate de que cuando hablen sobre su “futuro” juntos, sus definiciones de esa palabra sean compatibles.
Se resiste a la realidad del matrimonio
A veces, a las personas les gusta el concepto del matrimonio en teoría, pero se echan para atrás al ponerlo en práctica. Esto sucede con mayor frecuencia entre aquellos que solían salir con frecuencia de manera casual: luchan con la idea de renunciar a su juventud por lo que perciben como un estilo de vida más tranquilo.
También es común entre aquellos que crecieron en entornos familiares marcados por matrimonios conflictivos, es decir, aquellos cuyos padres probablemente deberían haberse divorciado debido a la volatilidad en el hogar o cuyos padres se divorciaron de manera tormentosa.
Si eso suena como tu pareja, lo mejor que puedes hacer es ayudarle a buscar terapia para trabajar en el dolor de su infancia que les impide avanzar. Necesita sanar, independientemente de si deciden o no casarse en algún momento.
Por InStyle